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Estimados foreros:
Os voy a contar la tomadura de pelo de la que mi novia y yo hemos sido objeto por parte de una empresa a priori de total garantía como Sacyr-Vallehermoso para que sepáis a qué ateneros en casos similares. Hace unas semanas visitamos con una comercial de la oficina de ventas de Vallehermoso en Cantabria el chalet 52 de “Las Camelinas 3ª Fase” en Peñacastillo, Santander. Aceptamos su compra al precio ofrecido, firmamos al día siguiente (por la prisa exigida por la empresa) un contrato previo con el compromiso de firmar compraventa por dicho precio, y aportamos como reserva 3.000 €. Cuál no fue nuestro estupor cuando diez días después nos llaman diciéndonos que no se había “autorizado el precio” (¿¿??) y no se firmaría compra-venta en las condiciones comprometidas, que o pagábamos 80.000 € más por el chalet o desistirían del contrato previo, devolviéndonos lo estipulado en éste: el doble de lo aportado. Cuando contactamos con quien nos dijeron era responsable de la decisión, D. Leónides Gutiérrez, director de la zona norte, atribuyó el precio inicial a un problema de comunicación interna y confirmó las nuevas condiciones. Sobra decir que emprenderemos todas las acciones judiciales y extrajudiciales dentro de la legalidad para conseguir la vivienda comprometida en los términos acordados. No pondré aquí reparos legales a su actuación, los tribunales lo juzgarán, pero desde luego puedo censurarlo desde la ética y la seriedad empresarial. Si uno firma contrato previo con una promotora de supuesto prestigio apremiado por la oficina comercial sin tiempo para asesoramiento legal, si el contrato tiene un formato estándar establecido por la promotora en que no caben modificaciones, y si dicho contrato se presenta por la propia oficina como paso intermedio mientras preparan el definitivo, lógico es que así sea. ¿Conoceis algún caso en que una promotora desistiera de un contrato previo y menos para exigir 80.000 euros más sobre el precio convenido y firmado? ¿y en el que un problema interno de la empresa lleve a incumplir la palabra dada al cliente (venderle lo convenido al precio establecido)? Tal vez mitigarían nuestro sentimiento de ser objeto de una maquiavélica tomadura de pelo (o conejillos de indias de un macabro análisis de mercado) tras una acción más propia de regateos de mercadillo que de una empresa seria, de forma que una penalización de 3.000 € a nuestro burlador jamás compensará el daño moral, económico y la pérdida de la oportunidad de otro chalet similar (ahora ya vendido) por considerar (qué ironía) de más garantía la opción de Vallehermoso. Lo dicho, que uno no sabe con quién se la está jugando ni tan siquiera cuando hay un nombre de prestigio delante...